Huir de mis recuerdos
He vuelto a soñarlo otra vez. Una sensación horrible recorre cada
centímetro de mi cuerpo: angustia, miedo, impotencia. Siento un
fuerte golpe y despierto. No puedo evitar ver esa imagen cada vez que
cierro los ojos.
Miro a mi alrededor. Estoy temblando, gotas de sudor frío caen a lo
lago de mi cuerpo. No pasa nada, estoy en mi cama. Cierro los ojos y
vuelvo a sentir miedo. Cuando este sentimiento me invade y los
escalofríos recorren todo mi cuerpo revivo cada instante, cada
horrible momento que viví.
No sé si quiero recordar, pero no puedo huir de mis recuerdos. Era
de noche. Yo caminaba. No recuerdo muy bien por qué, pero esa día
decidí tomar otro camino. No había nadie a mi alrededor aunque yo
miraba constantemente hacia atrás. Me repetía lo paranoica que
estaba por pensar que alguien me seguía. Estos recuerdos van a
hacerme enloquecer. Siento un fuerte dolor en el pecho, esa angustia,
tal vez culpabilidad. No fue culpa mía me repito una y otra vez pero
no puedo evitar sentirlo así. Si hubiese ido por el camino de
siempre... Quién sabe si hubiese podido evitar su muerte.
Vi una sombra en la puerta de una casa y me entró un poco de miedo,
he de reconocerlo. Me crucé de acera y seguí caminando, pasé de
largo y comencé a andar más deprisa. Unos pasos se aproximaban
detrás de mi. Yo andaba cada vez más rápido. Empecé a correr,
asustada por todas esas historias de chicas violadas que había
escuchado. Todos pensamos que no nos va a pasar a nosotros hasta que
nos pasa. Miré hacia atrás cuando giré la esquina de la calle, no
había nadie. Menos mal, pensé, pero lo peor estaba aun por llegar.
Un poco más tranquila seguí caminando y entonces fue cuando escuché
una voz que decía algo, no lo entendía muy bien. Volví a mirar y
no vi a nadie.
De pronto un hombre apareció ante mí, dijo algo que no recuerdo.
Sentía como cada centímetro de mi cuerpo temblaba. Creía saber lo
que iba a pasar, pero no imaginaba que fuese a acabar así. No quiero
recordar. Solo quiero borrar esta historia de mi cabeza. Echar a esos
fantasmas que me visitan cada noche cada vez que cierro los ojos. No
he vuelto a pasar por allí.
Me empujó fuertemente contra la pared. Estaba paralizada, no podía
ni moverme. Sentía su aliento en mi cuello, me susurró cosas que no
puedo reproducir. Me hizo sentirme débil, frágil, una muñeca de
trapo. Me tocó, no podía moverme. Notaba como las lágrimas caían
por mis mejillas. Sabía que era lo que quería de mí y no podía
hacer nada por evitarlo. Era más grande y más fuerte que yo. Me
tenía sujeta. Su cuerpo me aplastaba contra la pared. Entonces noté
como se desabrochaba el pantalón. No sé muy bien como tuve el
valor, quizá hubiese sido mejor no tenerlo. De haber sabido lo que
ocurriría después no sé si lo hubiese tenido. Le golpeé con la
rodilla y me escabullí como pude de entre sus brazos. Corrí. Corrí
tan rápido como nunca antes recordaba haberlo hecho. Sabía que
vendría detrás de mí y no me equivocaba, pero tenía demasiado
miedo como para mirar atrás.
Fue entonces cuando recordé que alguien me dijo que en caso de verme
acorralada gritase fuego, pues ante el fuego siempre la gente
reacciona. Y así lo hice. Corrí tan rápido como mis piernas me lo
permitieron gritando fuertemente, todo lo fuerte que mi voz
temblorosa me dejaba. Estaba nerviosa, tenía miedo. Sabía que era
difícil escapar. Corrí oyendo como él también corría, tropecé y
caí. Me cogió. Ahora estaba enfadado. Me golpeó en la cara. Volvía
a ser una muñeca de trapo a la cual zarandeaba. Me insultaba, veía
en su mirada lo enfadado que estaba. Volvió a tocarme. Yo estaba
paralizada. Me rompió la camisa. Me tocaba tan fuerte que me dolía.
Notaba un bulto en mis piernas. Estaba tan asustada que no podía
hacer nada pero tuve suerte, menos que el chico que me oyó y vino en
mi ayuda.
Me siento mal. Todas las noche revivo ese momento, no pude hacer
nada. No supe ni su nombre hasta horas después. Pero me salvó
dejando esta horrible culpa en mí. Después supe que me había oído
gritar y al ver a ese horrible ser golpeándome no pudo evitar venir
a ayudarme. De un empujón lo quitó de encima. Casi arrastrándome
me escondí entre unos coches. Quería correr, huir, pero no podía.
Tenía el cuerpo dolorido, temblaba y no podía parar de llorar. Aun
seguía paralizada.
Oí como discutían, hubo empujones, puñetazos, un cuchillo y pasos
que se alejaban. Lo siguiente que vi (gran pausa agachando la cabeza)
fue su cuerpo, el cuerpo de aquel chico que no debía tener mucha más
edad que yo tendido en el suelo y un gran charco de sangre. No fue
culpa mía me repito una y otra vez, pero no puedo evitar sentirlo
así. Si no hubiese gritado no habría salido en mi ayuda y ese
cuchillo no lo habría matado. Si no hubiese ido en esa dirección,
si no hubiese cambiado de camino, si esa noche no hubiese salido.
Cogí mi móvil y llamé a la policía, pero cuando llegaron era
demasiado tarde, había muerto. Había muerto por ayudar a una
desconocida. Cambió su vida por la mía y no puedo evitar llevar esa
culpa en mí.
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